La violencia contra las niñas tiene efectos graves y que pueden cambiar la vida de las niñas en lo que se refiere a su bienestar físico y mental. Ocurre en todas partes: en la calle, en la escuela, en los hogares y en los espacios digitales.
COVID-19 resaltó vulnerabilidades existentes y nuevas que enfrentan las niñas y las mujeres jóvenes debido a desigualdades profundamente arraigadas, roles de género tradicionales y actitudes de culpabilización de las víctimas.
Esto genera impunidad para los agresores y contribuye a la continua epidemia de violencia contra las mujeres y las niñas.
Es hora de ponerle fin, de una vez por todas.
Ninguna niña o mujer joven debería ser limitada debido a preocupaciones por su apariencia física.
La baja autoestima y problemas respecto a la confianza en la imagen afectan de forma desproporcionada a las niñas y a las mujeres jóvenes, y son causados principalmente por normas de género inútiles. IEl aislamiento durante la pandemia ha aumentado la soledad entre las niñas y ha exacerbado estos problemas.
Las niñas seguras de sí mismas se sienten libres de ser ellas mismas, de seguir sus sueños y marcar la diferencia en el mundo.
Su autoestima debería ser siempre una prioridad, para que todas las niñas puedan alcanzar su potencial.
La generación actual de mujeres jóvenes se verá afectada de manera desproporcionada por las consecuencias duraderas de COVID-19.
El aislamiento, los problemas de salud mental, el acceso desigual a la nutrición y la educación, y la lucha por conseguir productos de higiene menstrual son algunos de los problemas que enfrentan las niñas y las mujeres jóvenes en la actualidad.
Hay que tener en cuenta sus necesidades y situar sus experiencias en el centro de las soluciones del impacto sanitario y social de COVID-19, tanto a corto como a largo plazo.
Las niñas son las más afectadas por el cambio climático, debido a desigualdades preexistentes y a dinámicas de poder desequilibradas. Sobre todo en los países menos desarrollados económicamente, las niñas son las más propensas a sufrir efectos adversos en la agricultura, los desastres naturales y las migraciones debido al clima.
A pesar de esto, las niñas son a menudo excluidas del discurso general sobre el cambio climático. Ellas quieren cambiar eso y quieren desempeñar un papel de liderazgo en los desafíos ambientales más grandes hasta el momento
Pongamos a las niñas en el centro mismo de la acción climática.
Las niñas son las expertas de sus propias vidas.
Para lograr la participación efectiva de las mujeres, y la igualdad de oportunidades de liderazgo en todos los niveles de la toma de decisiones, es necesario darle a las niñas las herramientas, los espacios y la confianza para alzar sus voces sobre lo que es importante para ellas.
Son ellas las que están mejor posicionadas para decirle a los gobiernos y a los dirigentes lo que hay que cambiar en sus comunidades, en sus países y en el mundo.
Las niñas merecen ser vistas y escuchadas.